Escrache: empatía, comparación, legitimidad y justificación

Escrache, la palabra de moda, ¿eh? Hace unos días no la conocíamos y ahora no nos la sacamos de los titulares.

La Wikipedia define el escrache como «manifestación en la que un grupo de activistas se dirige al domicilio o lugar de trabajo de alguien a quien se quiere denunciar». Esta definición ya es bastante clara, pero la Wikipedia, en aras de su equidistante punto de vista neutral, no se moja. Yo puedo hacerlo.

Pero antes de nada, insto al lector a que se deshaga de sus pasiones políticas y adopte una actitud más reflexiva, como no me canso de pedir:


Aunque creo que no podría expresarlo mejor de lo que lo ha hecho @fr_carrillo, creo que sí que puedo ofrecer algún punto de vista más.

Efectivamente, existe el derecho a manifestarse y expresarse libremente, reconocidos incluso por la Constitución. Este, al igual que todos los derechos, se encuentra regulado, por mucho que a algunos les escandalice oírlo. Es cierto, es así y no puede ser de otra manera. Pero al derecho a manifestarse incluso se le permite interferir con el desarrollo de la vida pública de los demás, de hecho, es lo que le da sentido, incluso a veces interfiriendo con nuestra vida privada. La cosa cambia cuando la manifestación tiene el único objetivo de trastornar la vida privada de alguien.

Empecemos por aplicar una cualidad muy escasa: la empatía. La empatía es, básicamente, ponerse en el lugar del otro. La mayor parte de las veces juzgamos a alguien o tomamos una determinada decisión sin ponernos en el lugar de las personas afectadas.
Las situaciones de las personas que han sufrido ejecuciones hipotecarias pueden ser muy variadas, y creo que generalizar o tomar una parte por el todo sería un grave error, siempre lo es, pero puedo entender que algunos de los afectados por ejecuciones hipotecarias puedan sentirse terriblemente desamparados e indignados.
Pero ponerse solamente en el lugar, empatizar sólo con una de las partes, sería trampa, hay que tener en cuenta a ambas. Y la otra parte a la que me estoy refiriendo no es al banco, ya que no pretendo hablar de ejecuciones hipotecarias. La otra parte, ya que hablamos de escrache, es el político al que va dirigido.
Y empatizar con esa persona supone ponerse en el lugar de una persona que ve invadido el ámbito de su vida privada por una protesta de personas que no están de acuerdo con su opinión. Pongámonos en el caso de una persona que puede estar en su casa con su familia y sus hijos menores de edad y que de repente (ya que el objetivo del escrache pretende mantenerse secreto hasta el último momento) se encuentra con esto debajo de la ventana de su domicilio particular:

Espero que cualquiera que haya llegado hasta aquí haya visto el vídeo entero, ya que no se puede opinar de algo sin verlo.

Yo no tengo hijos, pero seguro que muchas de las personas que están ahí profiriendo insultos y amenazas sí que tienen y me resulta imposible creer que no sean capaces de empatizar con la persona que está al otro lado, que no sean capaces de ponerse en el lugar de alguien que está en su casa y tiene que estar escuchando a una turba de gente insultándole y amenazándole delante de su familia y vecinos.

Se dice que la delegada del Gobierno en Madrid dijo algo así como que la PAH son proetarras. No recuerdo exactamente lo que dijo ni si fue eso exactamente lo que dijo, aunque sí que escuché las palabras exactas dichas por ella. Pero no le presté la suficiente atención porque, la verdad, no me interesa. Me parece perverso establecer esa relación a no ser que se tengan pruebas.
Lo que sí me interesa y me parece pertinente es hacer notar que poca diferencia hay en el método entre dibujar un punto de mira en la casa de alguien debido a discrepancias políticas e ir a su casa y —debido también a discrepancias políticas— decirle delante de su familia y sus vecinos que lo vas a matar y derramar toda su sangre (sí, sí, palabras textuales, vean el vídeo de arriba, hasta el final).

Pintada con un punto de mira proetarra.
Fuente: La Verdad

Evidentemente, esto no establece ninguna relación entre la PAH y ETA ni demuestra que los primeros apoyen a los segundos. Pero es verdad que existe una cierta similitud entre los métodos que está adoptando la PAH y los que usó en su época cierto independentismo radical: intimidar a los políticos no afines en sus residencias particulares para coaccionar la discrepancia política.
Esta claro, son coacciones de distinta intensidad y una de ellas anuncia un posible futuro peligro para la integridad física del destinatario.

Esto es así. Lo que la PAH está haciendo es coaccionar a los legítimos representantes de El Pueblo™ para forzar que cambien de opinión. Pero resulta que hay una amplia mayoría parlamentaria que, al parecer (ya que todavía no se ha votado la ILP), no es favorable a sus propuestas. Pretender forzar con intimidaciones a que los políticos electos voten en contra de su criterio es antidemocrático. Llamarlo escrache es cambiarle el nombre y usar un eufemismo para lo que en realidad es una coacción antidemocrática.

Pero claro, esto es difícil de ver cuando piensas que, más que una opción política, lo que estás defendiendo es la verdad absoluta, como se pone de manifiesto cuando la presidenta de la PAH declara que lo que hacen no es política (no he podido contrastar esta afirmación). Si su punto de vista no es una opción política más, que no es la única, no hay lugar para un debate público ni para otras alternativas, claro, que es lo que está intentando impedir la PAH a base de intimidaciones a los políticos discrepantes. La ILP tiene que ser aprobada y hay que poner todos los medios para conseguirlo, ya que quien pretenda impedirlo ira en contra de la verdad revelada en ILP.
Por otra parte, esa verdad absoluta sería, además, inalterable, como ha quedado reflejado cuando se vaticinó a modo de denuncia que el PP aprobaría la ILP pero con tantas modificaciones que acabaría irreconocible. Oigan, es así, representan el sentir mayoritario, aunque no guste. La voz de El Pueblo™ no es la PAH, es el Parlamento que supone una representación proporcional de la sociedad y el partido con mayoría absoluta representa la voluntad de la mayoría del electorado. Y por favor, saltémonos lo de que Hitler también ganó unas elecciones, que ya me lo sé.

Ahora, aprovechando que Ricardo Galli y su militante antiposmodernismo no se enterarán, me voy a poner relativista con una cita descontextualizada y tergiversada de Ortega y Gasset:

Desde distintos puntos de vista, dos hombres miran el mismo paisaje. Sin embargo, no ven lo mismo. [...] ¿Tendría sentido que cada cual declarase falso el paisaje ajeno?

El tema de nuestro tiempo. Jose Ortega y Gasset

Pocas cosas hay que no se puedan discutir.

Pensar que se está defendiendo una verdad absoluta e inalterable, efectivamente, nos puede hacer llegar a extremos bastante fanáticos.

Militantes de Al Qaeda
Fuente: El imparcial

Y Godwin sólo hizo una observación cómica, nada más, déjenlo en paz.

Sí, sé lo que puede argumentar alguno. Con lo que han sufrido los desahuciados, ¿cómo puedes decir que no tienen razón? Y sí, puede que algunos desahuciados efectivamente sean víctimas (otros, simplemente, habrán hecho una mala inversión, no es mi culpa ni la de nadie más). Pero no, ser víctima no te da la razón. Y quien crea que debe permitírsele cualquier cosa o dársele la razón a alguien en cualquier tema por el simple hecho de ser víctima, tiene un grave problema de razonamiento lógico.

Hay quien justifica estos actos apelando a una maquiavélica doctrina de que el derecho al honor, la integridad moral, la vida privada y familiar, la inviolabilidad del domicilio y la protección de los menores son los bienes menores que hay que sacrificar para conseguir el Bien Superior que supone la aprobación de la ILP en su inalterable propuesta original. Si bien el propio argumento en sí ya es discutible, resulta insostenible si todavía no se ha demostrado que ese Bien Superior sea la verdad absoluta e inalterable que pretendemos que sea. Pero además, ese argumento puede usarse también en su contra si consideramos que el Bien Superior es la solvencia económica del Estado y las familias endeudadas son el bien menor que hay que sacrificar para llegar a ese fin, entonces estaríamos justificados para ir a insultar y amenazar a los miembros de PAH a su casa. Eh, a mí no me miréis, la razón de Estado está fuertemente basado en la doctrina del Bien Superior y yo no he sido quien le ha dado validez.

Y es que darle la vuelta a la tortilla puede que dé unos resultados que no nos gusten, ¿verdad? Sospecho que muchos de los detractores y defensores del escrache se han posicionado en función de sus afinidades políticas. Esto es así, siempre pasa, para decidir si estamos de acuerdo o no con alguna opinión nos fijamos en quien la dice en lugar de lo que dice. Así que, ¿seguirían los partidarios del escrache defendiéndolo como una protesta legítima si el objetivo fuese alguno de sus políticos afines?
Bueno, no es difícil imaginarlo. Hace justo un año, el ahora director del periódico en el que escribe uno de los columnistas defensores del escrache, mientras paseaba con su mujer e hijo menor después de una manifestación sindical, fue fotografiado por un medio de signo político opuesto como forma de denuncia de… no sé… de que estaba paseando con su familia. El hecho fue justamente denunciado incluso por medios políticamente afines al que publicó las fotos como una intromisión inadmisible en la vida privada del periodista. Sin embargo, que un grupo de personas vayan al domicilio privado de un político a gritar insultos y amenazas por una discrepancia política sí que parece admisible.
El azar ha querido además que se diese la infeliz coincidencia de que el medio que dirige ahora este periodista cuente con columnistas que defienden el acoso a los hijos del adversario político que en su día salió en su defensa.

A lo mejor, la diferencia la establece que uno era periodista y el otro político, ya que este mismo columnista dice que estas acciones de intimidación son legítimas cuando el destinatario es un diputado porque forma parte de su trabajo. Poco más tengo que añadir a lo respondido por @fr_carrillo, salvo que me gustaría que los defensores de este argumento me digan dónde en el acta de diputado se refleja que carecen del derecho de protección contra insultos y amenazas del que los demás disfrutamos o qué diputados en su juramento han aceptado someterse a actos de intimidación. ¿O es una atribución que le hemos añadido a posteriori porque nos ha dado la gana? ¿Puedo yo también añadirles atribuciones o retirarles derechos a cualquier persona según me convenga?

Eso es todo. Las opiniones bien argumentadas, escríbanlas a continuación. Los insultos, escribánlos en su Twitter o Facebook que no leeré ya que aquí serán eliminados.