Dos investiduras

Posted on Friday, November 17, 2023 in Política

Dos investiduras

He visto a veces a Pedro Sánchez pintado incluso por algunos medios que se suponen más afines como una especie de megalómano ambicioso de poder y sin escrúpulos para conseguir lo que quiera. No sé exactamente en qué se basa esa imagen. Creo que principalmente en el hecho de que habiendo sido elegido secretario general del PSOE en 2014, dimitió dos años después forzado por el dirección del partido debido a los malos resultados electorales y al año siguiente volvió a presentar su candidatura a secretario general consiguiéndolo de nuevo con un apoyo aún mayor de la militancia.

Podríamos decir que es perseverante, tal vez, pero seguir el procedimiento establecido para ser elegido dos veces como secretario general consiguiendo el apoyo de la militancia me viene un poco justo para hablar de ambición desmedida de poder, aunque seguro que se me escapa algún detalle sobre cómo se desarrolló esa historia a lo largo de tres años.

Por otro lado, al frente de la oposición tenemos a su líder Alberto Núñez Feijóo que se presentó a una investidura a la que nadie daba ninguna posibilidad. Aún así, siguió insistiendo en que debía ser el presidente por ser el candidato del partido que más votos recibió, aunque eso solo sea el 33 % de los votos. O, en otras palabras, un 67 % de los electores no votaron por Feijóo como su elección para presidente del Gobierno. Sin embargo, sigue insistiendo incansablemente en que su 33 % de votos le otorgaban el derecho a ser el presidente y que es el candidato legítimo a la presidencia. Incluso llegó a pedir que el partido que recibiese más votos (el suyo, en este caso) tendría que recibir un «plus de escaños» en el Congreso.

En esas ansias por conseguir la presidencia, Feijóo llegó a hacer las más exóticas propuestas para que los demás partidos cedieran a sus pretensiones, como pedirle a los diputados socialistas que se saltaran la disciplina de partido durante la investidura para permitirle gobernar (con el PP de Castilla-La Mancha incluso ofreciéndose a pagarle la correspondiente multa a un diputado) o pedirle al PSOE de Pedro Sánchez que le dejaran gobernar aunque solo fueran dos años después de haber hecho de «derogar el sanchismo» su lema durante la campaña.

En su desesperado plan por conseguir los apoyos necesarios para ser investido, incluso inició conversaciones con socios tan antinaturales como ERC o Junts.

Habiendo fracasado con todas sus extrañas maniobras en su inútil intento por ser investido, Feijóo tuvo que ver después cómo Pedro Sánchez era propuesto como nuevo candidato y, de manera mucho menos exaltada y más tranquila y gradual, iba consiguiendo poco a poco los apoyos necesarios para ser presidente. Algo que no estaba al alcance de Feijóo, que solo tenía dos socios posibles para apoyar su investidura: los nacionalismos periféricos de derecha o el nacionalismo de ultraderecha de Vox. Dos nacionalismos, pero distintos, opuestos e incompatibles. Con solo uno de ellos no era suficiente y conseguir un acuerdo con unos suponía romperlo con los otros. No había opciones para Feijóo, su investidura estaba perdida desde el primer día, era una simple cuestión matemática y intentar creer lo contrario era negar la realidad.

Ante esa situación, viendo que se le escapaba la nueva oportunidad que él esperaba de que tal vez en una repetición electoral sí que consiguiera los votos necesarios para ser presidente, Feijóo se alineó con las protestas con las que la ultraderecha ha salido a las calles de la capital (después de aliarse también con ellos en parlamentos y ayuntamientos) para intentar impedir que se desarrolle el normal proceso democrático que investiría al nuevo candidato propuesto por el rey. Feijóo reclama que no se lleve a cabo la investidura que haría presidente al candidato que tiene el apoyo parlamentario suficiente y en su lugar se convoquen nuevas elecciones saltándose la posibilidad de que haya otros candidatos a ser investidos porque no hay nadie más legítimo que él. Podría resultar hasta cómico si no sonara tan antidemocrático.

La propuesta de amnistía para los imputados por el procés le dio la excusa que necesitaba para sentirse justificado, pero las protestas contra la investidura de Pedro Sánchez y la petición de repetición de elecciones sin que se produjera la investidura de Sánchez ya empezaron antes incluso de que Sánchez fuera propuesto como candidato y empezara sus negociaciones porque Feijóo defendía que solo él podía legítimamente ser investido.

Feijóo se presentó a una investidura que incluso él sabía que no iba a ganar y, una vez llegado el esperado fracaso, no quiso que nadie más pudiera intentarlo, sobre todo alguien que tenía más posibilidades que él. Fue un uso del proceso democrático con un fin que no estoy seguro si alguien entiende, pero a mí me da la impresión de que presentarse a una investidura perdida de antemano era parte de su estrategia de precampaña para acudir a una repetición electoral que preveía probable como una víctima del malvado ‘sanchismo’ que le imipidió tomar posesión del puesto que, según su versión, solo a él le correspondía.

Fuente: La hora de La 1 - 26/09/23

Fue una pérdida de tiempo tal, que se les hizo largo el mes que se les concedió para que pudieran negociar los apoyos necesarios. No los tenían ni los iban a tener, por lo que no tenían nada que hacer con ese tiempo y por eso se dedicaron a lanzar esas propuestas disparatadas.

Fuente: La hora de La 1 - 26/09/23

Se les hizo tan largo ese mes que, a medio camino hacia su investidura, el discurso de su partido no estaba centrado en conseguir apoyos para su candidato, sino en restárselos al siguiente, cuando la investidura de Feijóo todavía no se había votado y Pedro Sánchez aún no había sido formalmente propuesto.

Por el contrario, en el mes concedido a Pedro Sánchez para negociar su investidura, hubo innumerables encuentros con casi todos los partidos políticos, negociaciones, pequeños avances progresivos, etc. hasta que se consiguió recabar uno a uno los apoyos necesarios.

Hubo un proceso gradual y tranquilo de recolección de los apoyos necesarios con negociaciones llevadas a cabo en privado de las que después se hicieron públicos los acuerdos a los que se llegaron (con los que se puede estar de acuerdo o no, ese es otro tema) frente al proceso de preparación de la anterior investidura que fue un espectáculo de propuestas disparatadas, crispación y declaraciones exaltadas.

Vistos todos estos antecedentes, resulta sorprendente descubrir hasta qué punto han conseguido introducir su doble estándar en el relato según el cuál no es Feijóo sino Pedro Sánchez el que está dispuesto a intentar lo que sea con tal de satisfacer sus irrenunciables ansias de poder.